Mientras leo alguna que otra revista de chimentos en situaciones de espera, o por que no, cuando me llaman la atención, no puedo dejar de reparar en los excesos del mundo del glamour y la fama (ja!). Muchas veces encontramos en Caras, Gente, y Hola!, desde los 3 nuevos Ferraris que tal y cual se ha comprado para su quinta en D´s sabe donde: lugar donde no podrá usarla ya que a más de un pibe chorro se le ocurrió que no la necesita tanto como él. O nos hemos hartado ya de diamantes de 150,000 dólares comprados para el tercer compromiso de estrellas tan brillantes como el carbón debajo de una manta.
El exceso es falta de humildad, y falta de educación, pero sobre todo, es falta de sentido común. A veces me da vergüenza comer en un sushi libre sabiendo que hay gente muriéndose de hambre en Tucumán y Jujuy. Entonces cómo puede ser que alguien quiera comprarle a su mujer un anillo de 750,000 dólares sin sentir vergüenza.
Le pregunto al coleccionísta de Ferraris: ¿Las usa alguna vez?. Le pregunto al que se pone joyas más pesadas que si mismo: ¿Para qué tanto?. A la mujer que tiene un zapato por día: ¿Cuanto necesitas?.
No es una cuestión de absoluta entrega, o de altruísmo. Tampoco es un pensamiento pro Budísta, donde tendríamos que dejar todo de lado, salvo lo espiritual. Lo único que me pregunto es ¿Para qué tanto?
Yo tengo miles de propuestas donde poner su dinero que harían feliz tanto al dador como al que recibe. Miles de negocios aca en Argentina donde invertir y salvarle la vida a más de 15 millones de personas en la línea de pobreza.
Sr. Coleccionísta de Ferrari, Señora Zapatos, ¿Hasta cuándo va a hacer semejantes pelotudeces?.
Muy bien, estoy de acuerdo. Te inspiraste con la Caras que habia en casa?
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